Archivo privado del difunto Sidi Mohamed Mgara (1913-1990) de Tetuán, norte de Marruecos. http://fototecamgara.blogspot.com Conservador: ahmedmgara@gmail.com
jueves, 17 de abril de 2025
–Tal vez sin pretenderlo-
Hace mucho que no escribo de mis avatares o de mis logros o hazañas, porque realmente, la vida está compuesta por muchos altibajos en sus diferentes facetas. Con los años fui viendo y convenciéndome que cualquier logro que yo pueda poseer o conseguir no sería más que un trofeo para quienes me lo hicieron posible, esas personas que me han ayudado a ser alguien mejor de lo que yo hubiera deseado, y llegar a cotas que yo veía lejanas. Ellos, esas gentes nunca anónimas, me hicieron crecer y cundir fuera de mis estribos, me ofrecieron páginas de mis pequeñas y agradecibles hazañas, a la vez que me enseñaron a admitir que cualquier daño del que yo pudiera padecer, sea de cualquier tipo de los que me podía causar la gente es, siempre, por mi propia culpa y no por la de ellos. El dolor pasa y se olvida soñando con lindos olvidos e intentando sanar las heridas, enfrentándome a esas complicadas acciones de otros que - tal vez sin pretenderlo -, muchas veces, convirtieron mis sueños en despertares de desesperación…y cuando hay mucho dolor no siempre es posible olvidar con facilidad. Y, si los aguinaldos son arrojados por seres allegados, la fiesta suele ser más dolorosa. Las penas se acaban diluyendo en las hojas de los calendarios y, tarde o más tarde, se acaba amaneciendo con menos penas aunque con más decepciones que el tiempo tarda en sanar mientras estén tatuando las venas y el corazón. No importa la causa del error, ni si fue gozo o simple error, pero altera la calma en la edad.
Pero hoy vuelvo a escribir, pese a llevar años renunciando a hacerlo, de vivencias duras y crudas, unidas a las palpitaciones de mi ser; vivencias llegadas por comportamientos raros que me hicieron sentir y ver como si yo fuese un ser arrastrado en los fangos que otros –tal vez sin pretenderlo- amasaron con maestría y sapiencia suficientes para llevar mis lamentos internos al borde de la desesperación. Yo confío en la bondad de los demás y respeto, incluso, sus egoísmos y egolatrías, incluso dudo si realmente se hicieron esos agravios y si realmente se lanzaron esos dardos.
Como suele suceder siempre, me culpo una y tantas veces de lo que me pasa con procedencia de gente allegada y apreciada por “ese tonto” que suelo ver en algún opaco espejo cuando en él me reflejo puesto que, esos “otros” –tal vez sin pretenderlo- vieron y ven en mí un ser que no soy. Cierto es que siempre busqué la paz y la felicidad, incluso donde no las podía haber; quería ver feliz a la gente que me rodeaba incluso a costa de mi paz interior; es cierto que siempre pretendí alegrarles la existencia a los que a mi lado podían estar, sin más ánimo que el de vencer lo que les podía sobrepasar…pero nunca me dejé avasallar pese a que otros –tal vez sin pretenderlo- hicieron para lograrlo.
Muchos de quienes me conocen afirman que, por precavido, soy difícil de roer, difícil de engañar, pero, en el fondo, siempre fui débil. La felicidad, la paz y la sonrisa de otros me han cautivado pese a que esos otros –tal vez sin pretenderlo- leyeron e interpretaron equivocadamente esos valores míos que yo ponía a su alcance sin pretender nada a cambio…y acabaron y acaban fastidiándome y hacerme sentir engañado de unas y otras maneras, según los casos.
Nunca me gustó ser un cualquiera, ni un ser de repuesto o un segundo de a bordo, un ser de relleno en momentos o instantes concretos. Nunca me gustó ser subvalorado o engañado. Voy de frente, siempre, respetando a todos pese a que –tal vez sin pretenderlo- me engañen ello. Pero la culpa siempre la hago recaer en mí por causas variadas.
Y la historia se repite de vez en cuando, con intermitencia, pero se repite al confiar y entregar mis valores y afectos a quienes no se los merecen por pensar y creer que no soy más que un simple idiota capaz de ser engañado. Y, dicho sea de paso, a mí se me quita el sueño y se me estropean los días, pero ellos, mis allegados que me dañan –tal vez sin pretenderlo- o con premeditación, diurnidad, nocturnidad y alevosía me regalaron estocadas que no se curan ni con lo derramado.
Pero los momentos actuales no son los más idóneos para ser engañado, menospreciado y dañado por esos que –tal vez sin pretenderlo- me han fastidiado, y están fastidiando, momentos que yo hubiera preferido vivir con la paz y felicidad que yo les deseo. Pero aquí no pasa nada, yo me culpo y así me curo.
Ahmed Mgara.
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